Los programas de intervención psicopedagógica pretenden servir de ayuda a aquellos niños y adolescentes que presentan alguna dificultad que condiciona su evolución personal y su progreso escolar. Estas dificultades se pueden dar en todas las etapas: Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato.
Cuando un niño o adolescente presenta dificultades de aprendizaje o bien dificultades personales, de conducta o relación, puede ser conveniente realizar una valoración diagnóstica, realizada por un psicólogo especialista, para analizar las posibles causas que están condicionando su dificultad.
Cómo lo hacemos:
Este diagnóstico puede servir para:
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Grafomotricidad - Disgrafía:Lecto-Escritura
Algunos niños presentan dificultades en la realización de los trazos escritos. Cuando esto es así, hay una dificultad en las habilidades grafomotoras, bien sea por una inmadurez evolutiva o por un déficit específico (disgrafía).
Tanto si es un problema madurativo o una disgrafía, la solución no es la repetición de copias y muestras caligráficas. La base de las dificultades escritoras radica en trastornos psicomotores, de raíz visoperceptiva, visomotrices, de orientación espacial, etc.
Estas dificultades, si no son tratadas a tiempo y se mantienen en los siguientes cursos de Primaria, pueden ocasionar un desajuste en el aprendizaje y un desfase en el ritmo y en la calidad de trabajo de este niño con respecto a los demás, repercutiendo negativamente en su rendimiento escolar.
El Programa para el entrenamiento en Habilidades Grafomotora:
El programa debe partir de una valoración del nivel madurativo en que se encuentre el niño, a fin de perfilar el programa atendiendo a sus necesidades.
El tratamiento tiene por objetivo:
Está recomendado para:
Lecto-escritura
La lecto-escritura es un aprendizaje complejo ya que requiere el desarrollo armónico de un conjunto de variables: una eficacia visual y auditiva, un nivel de expresión oral y vocabulario comprensivo, de la coordinación viso-perceptiva y viso-motriz, tener desarrollados ciertos aspectos fonológicos, lingüísticos y cognitivos. Por este motivo, no todos los niños aprenden al mismo ritmo y no todos alcanzan, posteriormente, el mismo nivel de eficacia en lecto-escritura.
Cuando las dificultades están en el APRENDIZAJE INICIAL DE LA LECTO-ESCRITURA
La edad que la norma y los programas escolares establece para iniciar la lecto-escritura es la de los 5 ó 6 años, no obstante, algunos niños a esta edad pueden presentar problemas de inmadurez. En estos casos es conveniente respetar su nivel de desarrollo y realizar una intervención psicopedagógica que favorezca ese progreso armónico que facilite la evolución del proceso lector.
El programa de apoyo a la lecto-escritura partirá de:
Cuando las dificultades radican en la falta de EFICACIA LECTORA
Una vez aprendida la lectura básica, se precisa conseguir una lectura eficaz. Esto implica conseguir una lectura rápida, con comprensión de lo leído y con capacidad para adaptar la velocidad y la comprensión al texto y a la intención con que se lee.
El concepto de Eficacia relaciona la Velocidad con la Comprensión para intentar aumentar la eficacia debemos intentar aumentar la velocidad y la comprensión en el menor tiempo.
Muchos suspensos continuados, en niños que habitualmente estudian, son debidos a la falta de eficacia a la hora de obtener información de lo leído y a la hora de elaborar mentalmente la respuesta.
Un programa de entrenamiento en eficacia lectora ayudará a ajustar mejor las exigencias del curso, con el rendimiento lector preciso.
Dislexia
La persona disléxica tiene un estilo de aprendizaje característico, con ciertas variables en las que sobresale, y otras, en las que tiene importantes dificultades.
Suele ser una persona intuitiva, creativa, con un buen desarrollo en las habilidades plásticas, competente en la relaciones.
Pero, sin embargo, tiene dificultades importantes en la percepción visual y/o auditiva, en la orientación espacial y/o temporal en situaciones de codificación de letras y números y en su secuenciación. Pudiendo tener buena memoria situacional, su memoria arbitraria (la necesaria para la ortografía) es deficiente.
Estas dificultades inciden especialmente en el aprendizaje de la lecto-escritura, de las matemáticas, de la comprensión del tiempo, en su organización del espacio.
La falta de autoestima y la inseguridad suelen ser secuelas personales porque sintiéndose inteligentes, sufren su incompetencia ante determinados rendimientos. Son los grandes incomprendidos.
La persona disléxica debe acostumbrarse a vivir con su estilo de aprender y a compensar sus déficits, ya que este estilo le acompañará toda su vida.
Padres y profesores deben identificar al niño disléxico lo antes posible, conocer sus necesidades, tanto de aprendizaje como psicológicas, y realizar, con prontitud, la intervención psicopedagógica precisa que facilite una buena trayectoria escolar. Entender sus dificultades y favorecer su autoestima ayudará al disléxico a tener más fuerzas para resolver obstáculos.
¿Qué precisan?
Un personal especializado: psicólogo, pedagogo o logopeda.
Una valoración del tipo y nivel de afectación de la dislexia, según edad.
Un programa de entrenamiento ajustado a las necesidades de sus manifestaciones (lectura, escritura, ortografía, cálculo).
Fomentar su autoconcepto y favorecer su autoestima a fin de evitar los comportamientos negativos de llamadas de atención, que a veces, les complican su estancia en el aula y su relación con los demás.
La hiperactividad y déficit de atención
La hiperactividad (T.D.A. o T.D.A.H.) es un trastorno de origen neurológico y de transmisión probablemente genética, que afecta al niño desde su nacimiento, manifestándose de forma evidente ya desde los primeros años de vida y que se prolonga hasta la vida adulta.
Afecta a la atención (a la selección focal y sostenida), al control de la actividad, manifestando un exceso de movimientos incontrolados (hiperactividad), y a la capacidad de inhibir o frenar sus pensamientos o comportamientos (impulsividad). Estos tres factores no se dan en todos por igual pero estarán presentes, variando la intensidad en todos los actos de la vida del hiperactivo, incidiendo en su capacidad de aprender (un estilo cognitivo característico) y en sus conductas. Se manifestará, por tanto, en los dos ámbitos en los que fundamentalmente se va a desarrollar el niño hiperactivo: la familia y la escuela.
Los padres y profesores deberán ser sensibles a percibir las anomalías evolutivas que el niño manifiesta para tener una detección precoz que garantice una buena evolución. Los padres que tengan sospechas deben acudir al neurólogo y al psicólogo para que, lo antes posible, se verifique el diagnóstico.
El tratamiento de la hiperactividad supondrá una intervención interdisciplinar. Requiere un tratamiento farmacológico seguido por un neurólogo; un tratamiento psicológico que le ayude a desarrollar su atención, a mejorar su autocontrol y a resolver problemas en su relación, y unos profesores y padres que trabajen al unísono, ofreciendo una situación estimular que construya en positivo el desarrollo de su aprendizaje conductual y cognitivo.
El alumno en función de su evolución personal, de sus características y los déficits que manifieste, precisará un tratamiento de apoyo, escolar o extraescolar, que debe compaginar los distintos aspectos:
Un entrenamiento que le ayude a manejar sus pensamientos y emociones, ayudándole a encauzar su sentir de manera que consiga un buen autoconcepto y confianza en sí mismo.
Un tratamiento cognitivo-conductual, que le ayude a percibir y procesar mejor la realidad para que reconstruya su estilo peculiar de aprendizaje. adquiriendo unas pautas ajustadas de comportamiento.
Entrenamiento en autocontrol, que le ayude a inhibir su impulsividad, tanto física, como cognitiva, e introducir la reflexión previa a la actuación. Pueden ayudar actividades encaminadas a la relajación, al control de la respiración.
Entrenamiento en habilidades sociales para que consiga manejar la asertividad, adquiera estrategias para solucionar los problemas, progrese en el manejo de la competencia social, desarrolle un espíritu crítico sano y acepte de la autoridad.
Se recomienda
Un tratamiento adecuado a las necesidades del hiperactivo realizado por un psicólogo especializado.
Una ayuda y orientación a la familia.
Una ayuda y orientación a los profesores.
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Cuando los niños empiezan a presentar determinados síntomas que preocupan a los padres es frecuente que éstos no sepan a quien consultar, como resultado comienza una búsqueda de diferentes profesionales que no siempre es beneficiosa para el niño y para la problemática que lo afecta.
Generalmente los niños pasan muchas horas en la escuela, de modo que son los maestros del colegio los que empiezan a notar ciertas dificultades, ya sea en el aprendizaje o en la conducta del niño. También los padres o hermanos comienzan a notar que se comportan algo “extraño” en casa.
Frente a esta situación es común que el niño sea derivado al gabinete psicopedagógico del colegio, esta indicación es adecuada solo como una primera aproximación hacia la problemática del niño. Maestros y padres deberán estar en contacto para ver cómo es el comportamiento del niño en la escuela y fuera de ella y cuáles son los síntomas que éste presenta, de esta manera empezará a verse más claramente el tipo de tratamiento que el chico necesita en caso de que lo necesite.
Dentro de los síntomas que pueden presentarse en la infancia, algunos de ellos son:
Frente a este tipo de manifestaciones y luego de haber hecho la consulta y evaluación pertinente con el Pediatra, la derivación más adecuada será a un Psicólogo Infantil, quien a su vez mediante entrevistas con los padres y con el niño, hará un diagnóstico valiéndose del juego y de toma de algunos Test y dará la indicación de iniciar o no un tratamiento Psicoterapéutico.
La Psicoterapia buscará detectar cuales son las causas de los síntomas que presenta, otorgando el espacio para que pueda expresar lo que le está pasando, acompañarlo y apoyarlo, ayudarlo a encontrar en sí mismo aquellas habilidades que posee para enfrentar las distintas situaciones y que conozca sus potencialidades y así influir positivamente en su autoestima y por supuesto realizar las intervenciones que sean necesarias en el ámbito familiar.
La Consulta con el Psicopedagogo
Cuando las dificultades que el niño presenta, se encuentran más circunscriptas a problemas de aprendizaje, entonces será oportuna la consulta con el Psicopedagogo.
En esta área, los síntomas que suelen presentarse son los siguientes:
El Psicopedagogo, también realiza mediante entrevistas con los padres y con el niño, un diagnóstico indicando o no tratamiento, el que apuntará básicamente y a través del juego a cuestiones más específicamente relacionadas con la dificultad escolar.
En algunas ocasiones surge la necesidad de realizar una interconsulta con Fonoaudiología cuando se detecta una dificultad con el lenguaje expresivo oral y en otros casos con un Neurólogo o un Psiquiatra Infantil.
Lo importante es que el profesional que atienda al niño por primera vez, elabore un diagnóstico adecuado de lo que lo está afectando, para que se pueda efectuar una derivación correcta. Es importante tener en cuenta que más allá del profesional que atienda al niño, los tratamientos infantiles incumben a la familia.
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